viernes, 19 de noviembre de 2010

REFLEXIONES SOBRE MI NOMBRE


¿Cree Vd. que el nombre que uno lleve condiciona la forma de ser de la persona?Mucho se ha escrito sobre el tema, pero yo, ahora, no me aventuro a afirmarlo con rotundidad, aunque no niego que algo si pueda influir.

Y digo ahora, porque si esta misma pregunta me la hubieran hecho en mi infancia, habría respondido con firmeza que si. Yo me llamo Ana. Ana María, para ser mas concretos.

Ana es un nombre normal, común, muy común. Un nombre de santo. La madre de la Vírgen María se llamaba al parecer Ana. Cuando por primera vez tomé conciencia de cual era mi nombre, con cinco o seis años, me pareció que mis padres habían elegido el nombre mas estúpido y simple que se podía escoger.

Se que puede parecer una tontería, pero lo que digo es totalmente cierto. Me pasé años odiándoles en secreto por haberme llamado así. Era un nombre tan corto...Un solo fonema consonántico y otro vocálico.

En La Laguna, Tenerife, tuve el privilegio de aprender a leer y escribir con cinco años, y la maestra que tenía por aquél entonces ( Dña. Antoñita ) nos hacía firmar cada cosa que escribíamos. Rubricar, que nos decía ella. En palabras de mi padre, Antoñita era "de la vieja escuela", pero como todo el mundo comentaba, era capaz de enseñar a leer a un burro. La cuestión es que tenía que escoger una firma. Y una firma es como una huella dactilar, un distintivo de nuestra personalidad que nos sirve para afianzarla y reafirmarnos en ella. Todos sabemos la de años que nos pasamos hasta encontrar aquella con la que nos sentimos identificados. Pues para mi supuso un trauma. Porque con un nombre tan corto, y que daba tan poco juego ¿qué clase de firma insignificante iba a tener?

Yo ya por aquél entonces había comenzado a odiar mi nombre y siempre que jugaba con las muñecas, las llamaba Wendoling, Cathering, Eveling... nombres rimbombantes, altisonantes y largos, muy largos... En esos años, mi mejor amiga se llamaba Raquél. Ya me parecía de por sí un nombre precioso, sonaba como a dulce. Pero no olvidaré el día aquél en que por la mañana, antes de entrar a las clases con Dña. Antoñita, Raquél llegó de manos de su madre con una resplandeciente sonrisa en su rostro. Ahora lo pienso y me causa gracia, pero aquél día se incrementó de forma desmesurada mi odio hacia mis inocentes padres. ¿La explicación? Fácil. Mi amiga del alma acababa de descubrir, a los cinco años de edad, que su nombre completo era el de Lilia Raquél. Que injusto me pareció el mundo. Aquella niña que ya disfrutaba de un nombre precioso tenía la fortuna de haber recibido como regalo, como don divino, otro nombre aún mucho mas fascinante, melódico y armonioso que el anterior. Al menos, así lo veía yo entonces.

En silencio, durante años, sufrí lo que para mi era la condena de llamarme Ana. Y al seguir creciendo, aún era mayor mi intención de encontrarle un sentido a mi nombre, pero las cosas iban cada vez a peor. Buscaba las posibles variables: Anita, Any, Anilla?,Anuska.... o su significado en el diccionario, con resultados mucho peores: una moneda indostánica, un prefijo griego que significa "sobre" o una antigua medida de longitud que equivalía a un metro. Me resultaba tan patético, que cuándo supe que uno podía cambiar el nombre al llegar a la mayoría de edad, decidí que sin dudarlo, lo iba a hacer.

Sin embargo no se exactamente cómo, pero transcurrida la adolescencia, comencé a pensar que mi nombre tampoco estaba tan mal, y que si lo unía con el apellido podía tener como resultado una firma moderadamente elegante. Supongo que a medida que se va adquiriendo seguridad en uno mismo, y que se tiene que hacer frente a nuevos problemas realmente importantes, cuestiones tan superficiales como el nombre que uno tiene pasan a otro plano. Y así fue.

Lo cierto es que a día de hoy, me parece que tengo un nombre precioso, corto, práctico. Y sorprendentemente estoy encontra de los nombres largos, raros o extranjeros que tan de moda suelen estar actualmente y que tanto me gustaban de pequeña. Curiosidad o no, mi hija se llama María. Sin mas. Espero que no me odie por ello.

AGOSTO 2007

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